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HISTORIAS                    Manuel Espejo

Valores en la ciencia

 

La cuestión de la relación entre los valores y la ciencia no es baladí, y ha vertido de ríos de tinta en una discusión (a veces bizantina) que no ha acabado.

 

En primer lugar, para procurar un estudio riguroso, tenemos que definir el ámbito de discusión. La primera dificultad la hallamos en que en el diccionario de la Real Academia Española no dispone de una definición de valores que nos sirva. Su definición de valor (https://dle.rae.es/valor) no nos es útil. Por cuanto a ciencia (https://dle.rae.es/ciencia) tomamos la acepción siguiente: Conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales con capacidad predictiva y comprobables experimentalmente. La bibliografía que he consultado asocia académicamente los valores a los que nos referimos a una idea relacionada con los conceptos de bien o de lo correcto. Sin embargo, sin pretender entrar en el ámbito del relativismo, ¿existe algo que podamos definir como el bien o lo correcto?

 

El sociólogo de la ciencia Robert Merton se refiere a la ciencia como depositaria de ciertos ideales o valores que giran en torno a los conceptos de universalismo, comunismo, desinterés, y escepticismo organizado. Max Weber se refiere a una pretendida neutralidad valorativa que debería tener la ciencia. No es este el lugar donde podamos dedicarnos al desarrollo de estas ideas, de las cuales, solo con su mención ya imaginamos su contenido. La cuestión es: ¿se aplican estos principios deontológicos a la ciencia? ¿A toda la ciencia? ¿Coinciden estas normas del deber ser científico de Merton y de Weber con el ser empírico de la investigación científica? ¿Existe la tan deseada neutralidad axiológica de la ciencia? ¿Está libre de historicidad la ciencia? ¿Puede la ciencia despojarse de prejuicios e intereses? ¿Es el progreso científico muestra del desarrollo social y personal humano?

 

Mis tesis son las siguientes:

 

  • No existe en el mundo de la realidad científica unos valores universales que compartan todos los científicos.

  • La ciencia es más una realidad ideológica que deontológica.

  • La ciencia forma parte de la sociedad, por lo que las reglas de esta imperan sobre ella.

  • Los valores pertenecen al mundo del deber ser. La ciencia al mundo del ser.

  • Pensar que la ciencia se halla libre de ideología es una ideología en sí misma, un mito, si no una ideología tóxica que pretende manipular la ciencia y su entorno.

 

Yo no veo la ciencia como un conjunto de teorías e hipótesis abstraídas de la sociedad, ni como instituciones libres de los intereses materiales de la sociedad en la que se inserta. La ciencia enraíza en una sociedad en concreto, donde existen intereses vivos que corroen su presunta neutralidad. Tampoco creo que la ciencia se pueda explicar con teorías sicologistas. La ciencia y las instituciones que la rodean pertenecen al mundo de lo material, y para explicarla hay que recurrir a un punto de vista filosófico materialista.

 

Para demostrar mis tesis, recurriré a la falsación empírica. Hagamos un viaje inductivo por la geografía de la ciencia. En Corea del Norte y en China (bloque autoritario) existen científicos, del mismo modo como los hay en los Estados Unidos y en el Reino Unido (bloque liberal). ¿Comparten los mismos ideales o valores los científicos de estos cuatro países? Seguramente todos estaremos de acuerdo en que no. ¿Eso quiere decir que los científicos del bloque liberal son más o menos científicos que los del bloque autoritario? Por supuesto que no. Los científicos de ambos bloques son científicos de acuerdo con la definición de la RAE. Sin embargo, sus valores son políticamente opuestos.

 

Dicho esto, imaginemos que quizás sí comparten los mismos valores. Pero los científicos de ambos bloques tienen que adaptarse a las normas e instrucciones que reciben del poder político que es dominante en sus respectivos países. ¿Es libre y espontánea la investigación científica en un país? MI tesis es que no. Cada país destina unos fondos a unos programas de investigación o a otros en función de las características del poder político.

 

Un ejemplo concreto. Durante decenios la ciencia soviética estuvo atascada porque el poder político decidió que la ciencia oficial de la URSS defendía la postura de Lysenko, la cual consistía en que los caracteres adquiridos podían heredarse. La genética occidental para el PCUS, que era quien monitorizaba la ciencia de la URSS, era burguesa, imperialista y decadente. Aquellos biólogos y genetistas soviéticos que pusieron en discusión el lysenkismo fueron depurados, y pagaron con su libertad o con su vida su oposición a la ciencia proletaria. Este error político causó el retraso de la genética soviética durante generaciones, y desastrosas cosechas durante decenios.  

 

¿Ocurriría esto en la ciencia occidental de nuestros días? Segundo ejemplo. Hasta las 23 horas, 59 minutos y 59 segundos del 31 de diciembre de 1999 circulaba el bulo científico de que coincidiendo con el primer segundo del año 2000 los ordenadores corrían el riesgo de colgarse como consecuencia de un error de fabricación de los chips. Todos los gobiernos gastaron ingentes cantidades de dinero en prevenir el denominado efecto año 2000, para evitar que el efecto año 2000 hiciera explosionar las centrares nucleares, se cayeran los aviones en vuelo, entre otras muchas más desgracias. Nada sucedió. Sin embargo, muchos recursos se destinaron a este camelo. Nueva decisión política.

 

Tercer ejemplo. ¿Es la denominada causación humana del cambio climático un fraude científico como el efecto año 2000 o el lysenkismo? Lo cierto es que, de acuerdo con el consenso científico (que muchos científicos niegan) el cambio climático se produce como consecuencia de la emisión de gases de efecto invernadero de producción humana. Esta verdad científica viene impuesta por el poder político y muchos científicos denuncian que no existen fondos para investigar otras posibles causas del cambio climático como pueda ser por ejemplo las variaciones en la radiación solar. Los científicos actuales que niegan la verdad oficial de la causación humana del cambio climático no son llevados al Gulag, pero se quedan sin empleos y sin fondos para investigar.

 

¿Existe realmente una diferencia entre ideología (entendida como una visión falseada de la realidad por interés político) y los valores de la ciencia? Mi respuesta es que en muchas ocasiones ideología y valores científicos son una y la misma cosa. Existen numerosos estudios que demuestran que la relación entre la ciencia y la sociedad (o sea, los políticos) es más que aparente. Esta es la tesis del denominado Programa Fuerte. Esta influencia no se extiende solo hacia la ciencia, sino que llega incluso a nuestra disciplina, la filosofía de la ciencia. Véase en este sentido la obra de George A. Reisch: How the Cold War Transformed Philosophy of Science. Siguiendo el mismo argumento, Max Horkheimer sostiene que la neutralidad axiológica es una legitimación acrítica del status quo. La idea de que el hecho científico no es independiente del marco social e histórico no es una tesis extraña, sino que existen numerosos autores que han desarrollado esta posición académica.

 

Carlos Marx basa su filosofía social sobre la idea de que el ser social (la infraestructura) determina un deber ser ideológico, cultural, psicológico, etc. (la superestructura). El esquema marxista es demasiado mecanicista a mi juicio. Sin embargo, Marx es también un precedente de la idea de que la sociedad (o lo que es lo mismo, las élites gobernantes en cada sociedad) impone una dirección y un sentido a la ciencia y a lo que deben pensar los científicos.

 

Todo esto ocurre porque los profesionales de la ciencia no son una casta diferente que vive en un mundo aparte. No viven en un Olimpo incorruptible por lo material. Los profesionales de la ciencia se preocupan de sus carreras profesionales, de sus hijos, de sus casas, de sus promociones, de sus planes de pensiones, etc. En definitiva, tienen una vida privada que tienen que promover. Para ello los científicos se ven en la necesidad de hacer pequeña política con la ciencia. En este sentido es cierta la tesis constructivista de que los científicos construyen la ciencia. La ciencia es el producto del acuerdo de los científicos, que no defienden a capa y espada sus tesis, sino que compadrean hoy por mí y mañana por ti con la ciencia, mediante las teorías ad hoc que sean necesarias para no mover los pilares de la ciencia oficial, que es la que les paga sus salarios.

 

En esto consistiría en la práctica lo que Kuhn denomina la ciencia normal. Esto explica que en los seminarios de las universidades de letras (donde hay más ideología) sean todos marxistas o bien todos partidarios del libre mercado. La endogamia impera en la ciencia, y de un modo especial en la ciencia y en la universidad españolas. En los seminarios universitarios impera el Cuius regio, eius religio, o sea, que todos los que trabajan e investigan en un departamento científico suelen parecerse al líder, el cual en no pocas ocasiones es la imagen del poder político.  

 

Las hipótesis anteriores permiten explicar por qué los valores de los centros de investigación de los países del grupo antes denominado autoritario son homogéneos, del mismo modo como la deontología de quienes trabajan en los centros de investigación del bloque liberal suele ser también bastante homogénea. Unos construyen Migs y otros fabrican Lockheeds, pero pragmáticamente la ciencia para unos y para los otros tiene valores similares: obedecer acríticamente a aquél que paga.

 

El tema de los valores en la ciencia es mucho más complejo que lo que aquí he apuntado. ¿Dónde queda aquello del todo vale de Feyerabend en lo que estoy afirmando? Feyerabend nos demuestra que pueden existir realidades alternativas a la denominada ciencia normal. Por otro lado, este autor desmitifica el pedestal donde en ocasiones la sociedad sitúa a los profesionales de la ciencia. Si nos adentramos en lo que sucede en la ciencia actual, quizás descubramos que no es tan diferente a la ciencia de la época de Galileo o de Copérnico, salvadas las distancias.

 

Con este trabajo no quiero desdeñar el papel del científico individual, al cual no puedo dejar de mencionar. El papel del individuo no es nada despreciable en el desarrollo científico. Históricamente ha tenido una gran importancia. Sin embargo, en la época de los sincotrones, el individuo ha quedado empequeñecido frente a la necesidad de una big science financiada por ingentes recursos públicos y privados (los cuales funcionan de modo parecido a los públicos).

 

Por todo lo anterior, y como conclusión, podemos decir que debemos estar muy atentos a los valores de la ciencia, para no confundirlos con la ideología que segrega el poder político, de la cual los filósofos tenemos que desconfiar por sistema, manteniendo una distancia prudente. La alternativa es la aceptación de la utilización de la ciencia como se hacía en Auschwitz, o de los sistemas de reconocimiento facial desarrollados actualmente en China.

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